Lukas Kümmel estaba seguro de que algún día se convertiría en mago. O en jefe indio. Depende. Cuando vio a la bella princesa del circo cabalgando por la pista sobre, tuvo claro que se convertiría en jefe indio. Pero entonces vino el acto de magia y pensó que más le valía convertirse en mago. Por desgracia, su peor enemigo, el más tonto pero también el más fuerte de la escuela, lo reconoció a pesar de su capa de invisibilidad. Quizá primero debería convertirse en jefe indio. Y luego, al cabo de cuatro o cinco años, en mago.
Lukas Kümmel estaba seguro de que algún día se convertiría en mago. O en jefe indio. Depende. Cuando vio a la bella princesa del circo cabalgando por la pista sobre, tuvo claro que se convertiría en jefe indio. Pero entonces vino el acto de magia y pensó que más le valía convertirse en mago. Por desgracia, su peor enemigo, el más tonto pero también el más fuerte de la escuela, lo reconoció a pesar de su capa de invisibilidad. Quizá primero debería convertirse en jefe indio. Y luego, al cabo de cuatro o cinco años, en mago.