Pipí, Pupú y Rosmarina continúan su viaje en busca de Mapá cuando, en un momento dado, Rosmarina tiene una duda e inmediatamente aparece un enorme signo de interrogación sobre su cabeza. A partir de ese momento, Pipí y Pupú también empiezan a dudar y con cada pregunta que hacen, es más, con cada pensamiento, aparece un nuevo signo de interrogación en el cielo hasta que el sol queda casi completamente cubierto por ellos.
Mientras los tres amiguitos se devanan los sesos para resolver el problema de los signos de interrogación, conocen a un oso que camina hacia atrás porque, en su opinión, es la única forma de evitar las preguntas. El oso opina que una persona que camina hacia atrás nunca encuentra cosas nuevas, sino que siempre tiene la vista puesta en el pasado y, por tanto, en lo conocido y visto.
Así que Pipí, Pupú y Rosmarina deciden adoptar la técnica del oso, a pesar de que los signos de interrogación intentan disuadirles. El resultado es que los signos de interrogación se enfadan tanto que desencadenan un verdadero huracán, que sólo se calma cuando los cuatro se disculpan y prometen preguntar y seguir avanzando siempre.
Pipí, Pupú y Rosmarina continúan su viaje en busca de Mapá cuando, en un momento dado, Rosmarina tiene una duda e inmediatamente aparece un enorme signo de interrogación sobre su cabeza. A partir de ese momento, Pipí y Pupú también empiezan a dudar y con cada pregunta que hacen, es más, con cada pensamiento, aparece un nuevo signo de interrogación en el cielo hasta que el sol queda casi completamente cubierto por ellos.
Mientras los tres amiguitos se devanan los sesos para resolver el problema de los signos de interrogación, conocen a un oso que camina hacia atrás porque, en su opinión, es la única forma de evitar las preguntas. El oso opina que una persona que camina hacia atrás nunca encuentra cosas nuevas, sino que siempre tiene la vista puesta en el pasado y, por tanto, en lo conocido y visto.
Así que Pipí, Pupú y Rosmarina deciden adoptar la técnica del oso, a pesar de que los signos de interrogación intentan disuadirles. El resultado es que los signos de interrogación se enfadan tanto que desencadenan un verdadero huracán, que sólo se calma cuando los cuatro se disculpan y prometen preguntar y seguir avanzando siempre.