En 1897, Franz Boas, curador del Museo Americano de Historia Natural, encargó al explorador ártico Robert Peary que trajera de su expedición a algunos habitantes indígenas de la isla de Groenlandia. Fue toda una sensación. Desgraciadamente, sólo sobrevivió el pequeño Minik y el resto de su grupo murió a los pocos meses. El padre de Minik muerió de tuberculosis y su esqueleto pasó a formar parte de la colección antropológica del museo. Minik, fue adoptado y permaneció en América otros doce años antes de regresar a Groenlandia. Sin embargo, al regresar, se había convertido en un extraño. Robert Peary, en cambio, fue alabado en América por sus expediciones al Polo Norte.
Al no poder adaptarse de nuevo a su antigua vida, Minik regresó a EEUU.
El documental sigue el destino de Minik y, al mismo tiempo, examina los problemas de la antropología del siglo XIX dejando claro que aceptar la manera de proceder de la ciencia en el pasado, es una cuestión delicada.
En 1897, Franz Boas, curador del Museo Americano de Historia Natural, encargó al explorador ártico Robert Peary que trajera de su expedición a algunos habitantes indígenas de la isla de Groenlandia. Fue toda una sensación. Desgraciadamente, sólo sobrevivió el pequeño Minik y el resto de su grupo murió a los pocos meses. El padre de Minik muerió de tuberculosis y su esqueleto pasó a formar parte de la colección antropológica del museo. Minik, fue adoptado y permaneció en América otros doce años antes de regresar a Groenlandia. Sin embargo, al regresar, se había convertido en un extraño. Robert Peary, en cambio, fue alabado en América por sus expediciones al Polo Norte.
Al no poder adaptarse de nuevo a su antigua vida, Minik regresó a EEUU.
El documental sigue el destino de Minik y, al mismo tiempo, examina los problemas de la antropología del siglo XIX dejando claro que aceptar la manera de proceder de la ciencia en el pasado, es una cuestión delicada.