“Dumb and Dumber”, “The Mask”, “Me, Myself & Irene”, “Ace Ventura”... Jim Carrey dominó los 90 con un estilo inconfundible y un tanto subversivo. Rostro contorsionista y actor de la revolución digital, surfeó sobre la última edad de oro de los dibujos animados antes de que las franquicias Disney-Marvel se apoderaran de Hollywood. Fue la cara de atracción de los años de Clinton, el eslabón entre Charlie Chaplin y Roger Rabbit, la última explosión de risa tonta antes de la depresión del 11-S. Ahora que Donald Trump, su enemigo íntimo, le ha robado su papel de “toon”, ¿qué lugar puede seguir encontrando Jim Carrey en las pantallas donde la comedia está en declive?
Mucho más que un documental para cinéfilos, éste es un vibrante recordatorio de una época desenfadada en la que lo grotesco y lo tonto nunca fue demasiado para las comedias de Jim Carrey y en la que los tontos sólo eran actores.
“Dumb and Dumber”, “The Mask”, “Me, Myself & Irene”, “Ace Ventura”... Jim Carrey dominó los 90 con un estilo inconfundible y un tanto subversivo. Rostro contorsionista y actor de la revolución digital, surfeó sobre la última edad de oro de los dibujos animados antes de que las franquicias Disney-Marvel se apoderaran de Hollywood. Fue la cara de atracción de los años de Clinton, el eslabón entre Charlie Chaplin y Roger Rabbit, la última explosión de risa tonta antes de la depresión del 11-S. Ahora que Donald Trump, su enemigo íntimo, le ha robado su papel de “toon”, ¿qué lugar puede seguir encontrando Jim Carrey en las pantallas donde la comedia está en declive?
Mucho más que un documental para cinéfilos, éste es un vibrante recordatorio de una época desenfadada en la que lo grotesco y lo tonto nunca fue demasiado para las comedias de Jim Carrey y en la que los tontos sólo eran actores.