Raphaël, que solo tiene un ojo, cuida una mansión deshabitada. Con casi sesenta años, vive con su madre en un pequeño bungalow a la entrada de la gran finca burguesa. Entre cazar topos, tocar la gaita y dar paseos, los días transcurren siempre inmutables. Una noche de tormenta, Garance, la heredera, regresa a la casa familiar y nada volverá a ser como antes.
Raphaël, que solo tiene un ojo, cuida una mansión deshabitada. Con casi sesenta años, vive con su madre en un pequeño bungalow a la entrada de la gran finca burguesa. Entre cazar topos, tocar la gaita y dar paseos, los días transcurren siempre inmutables. Una noche de tormenta, Garance, la heredera, regresa a la casa familiar y nada volverá a ser como antes.